Había una vez un monje Zen que practicaba en una zona desierta de montaña. "Solo y aislado, tuvo un pensamiento engañoso, deseando tener algunos compañeros monjes practicando con él para hacer la vida más soportable. Inmediatamente, una mujer mayor apareció de ninguna parte, conduciendo a dos bellas jovencitas de la mano, que, decía ella, vivían en el pueblo al bajar el valle. Habían venido a buscar orientación en el Camino. El monje, confiado, inmediatamente dio una charla Dharma al grupo. Un día, tras muchas de estas visitas durante un período de tiempo, la mujer mayor respetuosamente pidió que a las dos chicas se les permitiese hacerse ayudantes del monje y aliviarle de sus tareas diarias. El monje al oír esto, se volvió desconfiado. Reprendió seriamente a la mujer mayor y rechazó la oferta. Las tres mujeres se fueron, con aire enfadado y avergonzado.
El monje, intrigado, las siguió discretamete hasta que desaparecieron en una curva de la carretera. Cuando alcanzó el punto, descubrió que era un callejón sin salida sin morada ni nada más alrededor, excepto tres árboles muy viejos, un gran árbol y otros dos más pequeños. Pensó en ello y se dió cuenta de que había sido "probado". Un pensamiento fugaz se le presentó, que debía cortar los tres árboles. hacer una hoguera, y quemarlos completamente. En ese momento, las tres mujeres volvieron a aparecer, arrepentidas, rogándole que las perdonase y les perdonase la vida.
En consecuencia, el que practica debería recordar: cuando la mente está quieta, todos los reinos están calmados; cuando la ilusión surge, los demonios nacen".
PARABOLA BUDISTA
FUENTE: Sutra Translation Comittee of the US and Canada
http://www.ymba.org/parable/parabfr3.htm
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